El debate constitucional de las últimas semanas se ha concentrado en cómo se logró el acuerdo para un nuevo texto y, sobre todo, en cómo se lo ha de implementar. Lentamente, imagino, iremos transitando hacia el debate de contenidos, por lo que en esta columna me interesa reflexionar sobre los principios y valores que debieran estar a la base del nuevo texto constitucional. Me concentro en una tradición que no es particularmente conocida en Chile pero que puede ser importante a la hora de hacer avanzar el debate para una constitución democrática.