El estallido social de octubre nos ha permitido observar con claridad dos formas fundamentalmente distintas de comprender la vida democrática. La primera queda retratada en las múltiples estaciones del metro en llamas, los abusos policiales, las declaraciones del presidente Piñera donde habla de guerra, y la funa de la que fue objeto el diputado Gabriel Boric. La segunda queda representada mejor en la marcha multitudinaria del 25 de octubre, que convocó pacíficamente a más de un millón de personas, así como en el acuerdo político del 15 de noviembre, donde la mayoría de los partidos con representación en el parlamento firmaron el protocolo de acuerdo para una nueva constitución.