En medio de la crisis de salud publica global más significativa de la historia, con cifras tremendas de muertes que aun siguen creciendo y sin tener un horizonte temporal de salida, puede resultar contraintuitivo o incluso irresponsable sostener que dos de las instituciones fundamentales de la modernidad – la ciencia y el estado – han sido cruciales en su contención. Por el contrario, la tesis más escuchada en estas semanas parece ser la contraria: la modernidad es justamente responsable de esta crisis. Capitalismo, globalización, autoritarismo, populismo, pobreza, desigualdad, antropocentrismo, sobrepoblación y crisis ambiental son todos sindicados, con razón, como elementos que confluyeron en que esta pandemia se haya gatillado. Sin desconocer la relevancia de ese argumento, en esta intervención quiero sostener que, a pesar de su gravedad y dramatismo, esta crisis demuestra la importancia de la ciencia y el estado como dos las instituciones más fundamentales de la modernidad.