En esta columna el autor rastrea el origen y evolución de nuestra “conciencia cosmopolita” y se pregunta cómo el COVID-19 la afectará. Sitúa su punto de partida en el terremoto de Lisboa de 1755, tragedia que llevó a al filósofo Immanuel Kant a notar por primera vez que podemos sentir como propias, tragedias en el otro extremo del planeta: es decir, tenemos conciencia de ser ciudadanos de un mundo global. Tras la pandemia, ¿cerraremos las fronteras como empujan los nacionalistas?; ¿o veremos con más claridad que nuestra suerte es global?